Exploremos la maravillosa oportunidad de comunicarnos con nuestro Creador, sin barreras ni restricciones. La oración es un acto de fe, un canal de amor y una conversación que transforma vidas.
La oración la defino de manera sencilla como hablar con Dios. Lo he aprendido como un acto de comunicación donde hay un emisor, un receptor y un mensaje. Sin embargo, tengo que reconocer, que muchas veces podemos dudar sí Dios realmente nos escucha o sí estamos solos en nuestra conversación. La falta de fe, el cansancio y las ocupaciones pueden afectar nuestro tiempo de oración.
La importancia de la oración
Orar fortalece nuestra relación con Dios. La comunión con Él nos permite compartir nuestros pensamientos, sentimientos y deseos, y nos ayuda a conocerlo más profundamente. Como escribió Yiye Ávila en su libro La ciencia de la oración: “Vivir sin orar es vivir sin Dios”.
La oración debe ser nuestra primera opción en cualquier circunstancia, no la última. Como dice Hebreos 10:22:
«Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.»
Es decir, orar con sinceridad y un corazón limpio es clave para fortalecer nuestra vida espiritual.

El poder de la oración
A veces subestimamos la oración, pero la Biblia nos recuerda en Santiago 5:16:
«La oración eficaz del justo puede mucho.»
Un testimonio curioso ilustra este punto: una anciana de la iglesia pidió oración por su árbol de mango que no daba frutos. Con el tiempo, el árbol comenzó a dar unos mangos bellos y dulces. Parece trivial, pero muestra que Dios está en cada aspecto de nuestra existencia, hasta en lo más mínimo.
¿Cómo orar de manera efectiva?
La oración no es solo pedir cosas a Dios, no consiste en llegar con una lista diciendo: dame, dame, dame… y si esa es tu forma de orar quiero decirte que por allí no es el camino amiga. Stormie Omartian escribió en libro El poder de la esposa que ora: «Orar es tu responsabilidad. Responder es el trabajo de Dios.»

Debemos incluir en nuestro tiempo de devocional con el Señor gratitud, adoración y comunión íntima con Él.
La Biblia nos aconseja en 1 Tesalonicenses 5:17: «Orad sin cesar.» No significa estar de rodillas todo el día, sino vivir con una actitud de oración, conscientes de la presencia de Dios en cada instante.
Perseveremos en la oración
Incluso cuando sentimos sequía espiritual y nos cuesta orar, debemos recordar que la oración es vital para nuestra relación con Dios. En su libro La Ciencia de la Oración, Yiye Ávila expresó: «La oración debe ser un hábito de vida, debe volverse tan natural como la respiración.»
Cristo nos dio el mayor ejemplo de perseverancia en la oración. En los evangelios, que son los cuatro primeros libros que conforman el nuevo testamento de la biblia, vemos que Jesús se apartaba a orar, incluso durante toda la madrugada. Su fe y obediencia le permitieron cumplir su misión en la tierra.
Un llamado a la acción
Hoy te invito a hacer de la oración un hábito diario.
– Define un horario para pasar tiempo con Dios.
– Busca un lugar tranquilo.
– Sé constante en la comunión con Él.
Y recuerda siempre decirle al Señor: «Hágase tu voluntad.»
Oremos:
«Gracias Dios mío por este nuevo día, por tu cuidado y provisión. Perdona nuestras faltas y ayúdanos a orar con fe y corazones limpios. Que perseveremos en nuestra comunión contigo. En el nombre de Cristo Jesús, amén.»
Cuéntame en los comentarios ¿Cómo han sido tus experiencias de oración? Quiero leerte.
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